miércoles, 24 de agosto de 2022

Día del lector y la lectora


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 Tras su aprobación en el Senado y la Cámara de Diputados de la Nación en el año 2012, se instituyó finalmente la fecha 24 de agosto como «Día del Lector y la Lectora», en conmemoración y homenaje al día del natalicio del escritor argentino Jorge Luis Borges. El proyecto de ley fue aprobado por unanimidad en ambas cámaras.

La ley promulgada tiene el fin de promover la lectura y la democracia a través de la realización en dicha fecha de actos de divulgación de las letras y de reconocimiento a la obra y a la trayectoria de la máxima figura de la literatura nacional.

El texto del proyecto menciona una recordada frase que Borges escribió en su poema «Un lector»: «Que otros se jacten de las páginas que han escrito, a mí me enorgullecen las que he leído».

Una buena manera de festejarlo es a través de la poesía, para muchos, la máxima expresión de la literatura.

Compartimos aquí un poema de Jorge Luis Borges. Su Poema de Los Dones reflexiona sobre la ceguera y la lectura: 


Nadie rebaje a lágrima o reproche
esta declaración de la maestría
de Dios, que con magnífica ironía
me dio a la vez los libros y la noche.

De esta ciudad de libros hizo dueños
a unos ojos sin luz, que sólo pueden
leer en las bibliotecas de los sueños
los insensatos párrafos que ceden

las albas a su afán. En vano el día
les prodiga sus libros infinitos,
arduos como los arduos manuscritos
que perecieron en Alejandría.

De hambre y de sed (narra una historia griega)
muere un rey entre fuentes y jardines;
yo fatigo sin rumbo los confines
de esta alta y honda biblioteca ciega.

Enciclopedias, atlas, el Oriente
y el Occidente, siglos, dinastías,
símbolos, cosmos y cosmogonías
brindan los muros, pero inútilmente.

Lento en mi sombra, la penumbra hueca
exploro con el báculo indeciso,
yo, que me figuraba el Paraíso
bajo la especie de una biblioteca.

Algo, que ciertamente no se nombra
con la palabra azar, rige estas cosas;
otro ya recibió en otras borrosas
tardes los muchos libros y la sombra.

Al errar por las lentas galerías
suelo sentir con vago horror sagrado
que soy el otro, el muerto, que habrá dado
los mismos pasos en los mismos días.

¿Cuál de los dos escribe este poema
de un yo plural y de una sola sombra?
¿Qué importa la palabra que me nombra
si es indiviso y uno el anatema?

Groussac o Borges, miro este querido
mundo que se deforma y que se apaga
en una pálida ceniza vaga
que se parece al sueño y al olvido.

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