En 1856 los inmigrantes europeos desembarcaron en el Puerto de Bs. As. – Retiro. Al llegar, eran esperados por carretas y diligencias, medios de movilidad de esa época, ya que el barco no podía arrimarse a la costa.
Los inmigrantes se alojaban en el Hotel, a algunos se les daba trabajo y otros salían a buscarlo afuera.
Traían sus pertenencias en grandes baúles y valijas de cuero, y sobretodo la esperanza de afincarse en un país que les prometía la posesión de la tierra a trabajar. Esta promesa sólo se cumplió en parte y fueron muchísimos los que se radicaron obligatoriamente en Bs. As.
Aquí existía la división en clases sociales. La clase alta vestía colores oscuros, las mujeres de vestido largo y abanico, los hombres de traje y sombrero. Debido a la epidemia de Fiebre Amarilla, los grandes caserones de San Telmo fueron abandonados y quedaron al cuidado de los sirvientes, que se encargaron de cuidarlos y alquilar los cuartos a los nuevos pobladores, los inmigrantes, que hacinados en un solo cuarto por familia, se acostumbraron a compartir baño y patio con los otros. Surgió así el “conventillo”.
Ante la necesidad de sobrevivir muchos empeñaron alguna joya u objeto de valor en el Monte Pío o de la Piedad, que sin ser una institución de caridad, actuaba beneficiando a los clientes, ya que cobraba un mínimo interés por el dinero otorgado, y permitía así recuperar lo empeñado. Uno de sus directores fue José Hernández.
La visita al museo nos permitió contactarnos con usos y costumbres de una época que gracias a los avances de la tecnología parece muy distante, pero que en realidad fue la forma de vida de la mayoría de nuestros ancestros.
Reseña elaborada por alumnas de 7° “B”
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