Valorar la afectividad es reconocer que los afectos son una parte
importante de nuestras
vidas. Que son necesarios los espacios de confianza donde poder
expresar emociones,
opiniones y sentimientos. Ponerlo en palabras, hacerse entender y
poder también leer en el
otro sus expresiones de afectividad, reflexionar junto con
otros/as sobre los vínculos y cómo
repercute en la vida socio-emocional de cada uno/a, son
aprendizajes que también tienen
lugar en la escuela. Allí se enseña sistemáticamente a reflexionar
sobre actitudes como la
escucha, la empatía, la solidaridad, la inclusión, el respeto, el
amor.
La ESI nos invita a poner foco sobre los vínculos entre pares y
con adultos/as, a encontrar
modos de relacionarnos desde el respeto y la empatía, a resolver
los conflictos a través del
diálogo y pensando el cuidado de uno/a mismo/a y de los/as demás;
expresar y entender lo
que nos pasa, lo que sentimos sin discriminación ni violencia;
comprender la importancia de
resguardar la propia intimidad y respetar la ajena.
En línea con lo anteriormente mencionado, la ESI valoriza el
aprendizaje de habilidades
socioemocionales para comunicar y expresar sentimientos, emociones, opiniones, poner límites
ante situaciones de riesgo o no deseadas,
estimula la toma de decisiones autónomas y
promueve la resolución de conflictos mediante el uso de la palabra
y el desarrollo del juicio
crítico.
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